viernes, 27 de marzo de 2009

Las memorias lisérgicas del rey mono dorado





obras de mario cisternas


Mario Cisternas, pintor y curador de la galería de arte del Bar Phone Box, fue parte en los 60 del reducido grupo de alumnos de distintas facultades de la Universidad de Chile que se prestaron como sujetos experimentales y de observación para la toma de LSD que entonces enviaba nada menos que a las autoridades académicas, el laboratorio Sandoz.

(entrevista publicada en el numero de marzo 09 de la revista cañamo chile)

por Eli Neira

Corrían los convulsionados años 60, Eduardo Frei Montalva era presidente de Chile, la escuela de bellas artes de la Universidad estatal donde estudiaba pintura Mario Cisternas, ocupaba el edificio que hoy alberga al Museo de Arte Contemporáneo, justo en la mitad del Parque Forestal, por entonces escenario predilecto de la bohemia santiaguina. Así, entre charlas al sol con personajes como Raúl Ruiz, Enrique Lihn y la mismísima Stella Díaz, (todos ellos asiduos al parque), entre deliberaciones acerca de la muerte de la pintura, Vietnam, vino tinto, cigarrillos y mucho pero es que mucho cine francés, los futuros artistas supieron un día de un extraño llamado.

El Instituto Antropológico Médico de la prestigiosa casa de estudios llamaba a estudiantes de distintas carreras a participar como sujetos experimentales y de observación en una serie de tomas de una nueva sustancia cuyos efectos se estaban investigando y que decían abría las puertas de la percepción. Era el LSD.

“La verdad es que nadie sabía muy bien de qué se trataba, habíamos escuchado algo, un poco, pero en esos años, aparte de que vivíamos bajo el influjo de un romanticismo exacerbado, todos estábamos mas que dispuestos a vivir una aventura de esa naturaleza. Entonces lógicamente hubo mucha gente en la escuela que participó, alumnos, varios profesores, hasta el decano de la escuela lo hizo. Así fue como nos convertimos en los primeros siconautas de este país”, cuenta Cisternas de lo que sería la aventura definitiva en su vida como artista.

Detrás del experimento estaban las mentes inquietas de reconocidos profesionales en el campo de la siquiatría y la antroplogía como Claudio Naranjo y Rolando Toro quienes previamente recorrieron las aulas dando charlas y conferencias acerca de la nueva sustancia antes de reclutar a los alumnos.

De la edad media al renacimiento

- ¿En ningún momento tuviste miedo?

- Es que en verdad nadie tenía la más remota idea de lo poderoso que podía llegar a ser el LSD. Fue mas fuerte la idea de la aventura síquica que el miedo.

-Háblanos de la primera experiencia

- La primera vez fue en las instalaciones del Instituto Antropológico Médico,

Uno llegaba allá y primero te revisaban que tu hígado estuviera en óptimas condiciones y luego te daban una dosis de acuerdo al peso que tenías. En ese tiempo, el laboratorio suizo ZANDOS enviaba unas pastillas de LSD, con distinto gramaje.

Uno esperaba en una sala acondicionada con una mesa, sillones, materiales para dibujar hasta que la pastilla hacia su efecto.

-¿Se hacia por grupos o individualmente?

- Solos. Todas la experiencias eran individuales, aunque podías ir con alguien, un familiar, un amigo que te acompañaba como cuando vas al médico, pero en realidad todo sucedía con el investigador que te iba guiando. Era súper cuidado todo.

- ¿Qué fue lo primero que te sucedió?

- Lo primero que me pasó fue sentir una suerte de corriente en los brazos, luego cuando empecé a sentir verdaderamente el efecto, sentí que me volví luz. Me vi en abstracto como energía luminosa. Mientras estaba en eso, comencé a hacer posiciones de yoga, asanas y lo loco es que yo jamás había ido a una clase de yoga ni había leído nada de hinduismo, me salieron de pura intuición. Rolando Toro que era quien me dirigió a mi esa primera vez, hizo dibujos que luego yo vi de esas poses en que yo estaba y eran asanas..

- ¿Qué mas te sucedió?

- Después me conecté con los elementos, me sentí tierra, luego animal. Me convertí en un animal muy especial, era una suerte de rey mono dorado con unos pelos larguísimos y muy brillantes, entonces me puse a trabajar, a pintar, y me liberé de miles de ataduras absurdas que tenía con la pintura, ataduras racionales.

- ¿En que sentido te liberaste con la pintura?, ¿Comenzaste a pintar de otra manera?

- Claro cambié radicalmente, yo antes trataba de pintar escenas a lo Piero della Francesca, rígidas, y con él ácido aparecieron los escorzos, se me multiplicó el punto de vista, se me empezó a mover todo. Para mi fue como pasar de la edad media al renacimiento. Adquirí un sentido del espacio, de la luz y del movimiento que hasta entonces era desconocido. Los cuerpos humanos aparecieron en poses que antes ni imaginé, me hice consciente de las articulaciones, de cómo éstas funcionaban.

Por otro lado apareció el paisaje, el contacto con la naturaleza, ¡Me hice sintoísta al tiro! Me hice consiente del espíritu de las cosas y los seres animados y no animados, esa conciencia que hay en todo lo vivo.

- ¿Qué otra cosa recuerdas que sucedió?

- En algún momento, ya tarde a la noche, se escuchó muy fuerte el maullido de un gato y en la pared aparecieron miles pero miles de gatos entre cibernéticos y prehistóricos y yo sentí que debía proteger a mi mujer de entonces que me había acompañado y sentí un profundo sentido protector. Y entonces me baja una ternura infinita, una ternura de animal sagrado. Después salimos, eran como las 10 de la noche o más tarde, habíamos llegado ahí a las 3. Y yo le digo a mi mujer que vamos a tomar una cerveza y nos encaminamos hacia un bar. Cuando vamos llegando al bar veo a toda la gente como sumida en una oscuridad total, me pareció un infierno y me espanté tanto que se me quitaron las ganas de tomar por un buen tiempo. Ahí entendí por qué el ácido lo usaban en estados unidos en las terapias de recuperación de alcohólicos. Por último llegamos a casa, cocinamos arroz recuerdo y yo veía cada grano de arroz como ojos dotados de conciencia, era como comer inteligencia.

-¿Cuánto tiempo duró ese primer viaje?

- Un montón, como 12 horas o más, después cuando se me paso el efecto anduve como una semana bueno, luminoso, amando al mundo.

- ¿Qué papel jugo el investigador?, ¿Te hizo preguntas?, ¿Te midieron las reacciones fisiológicas con algún aparato?

- No nada eso, Rolando Toro que fue el guía en mi caso, estaba presente, tomaba notas, observaba. Jamás trató de conducir mi experiencia y no me midieron nada porque hubiera sido completamente invasivo. Hay que decir que los profesionales que estaban involucrados en el experimento fueron muy conscientes, muy protectores, humanistas y muy avanzados creo yo para la época.

- ¿Cuántas tomas hiciste?

- Varias mas, pero todas muy protegidas. En total el experimento duro como un año.

- ¿Cómo fue la reacción del resto una vez que se supo cómo era la cosa?, ¿Los demonizaron?, ¿Hubo críticas?

- Mira, por supuesto hubo un sector de gente neo fóbica que veía todo esto con mucha desconfianza, pero el tema es que estábamos dentro de una burbuja, al alero de la universidad y la investigación, eso le daba otro tono a la experiencia, además el status de artista como que te da licencia para esas experimentaciones, de alguna manera al artista le esta permitido explorar ese lado de las cosas como parte natural de su trabajo, si bien yo creo que es algo que debería hacer toda la gente. .

-¿Cuánta gente participó de estas tomas digamos “académicas”?

- Muchos, entre 50 y 100 entre alumnos y profesores.

- ¿Hubo después un seguimiento?

- Es que no fue necesario porque nos conocíamos todos y yo al menos con Rolando Toro nos hicimos íntimos amigos, se creó entre nosotros un vínculo muy estrecho y muy rico intelectualmente.

- ¿Cuál era la relación que entones existía con las drogas en el Chile de los 60?

- Había muy poca información, casi no existía, marihuana se fumaba, pero poco, la mayoría tomaba mucho alcohol, mucho vino, cerveza y cigarrillos. Copiábamos el estilo de vida que veíamos en las películas francesas de la época, todo, los hábitos, el pensamiento, todo muy existencialista, muy racional, muy afrancesados. Vivíamos en blanco y negro en verdad, como en una película de la nouvelle vague

-¿Cuál es la evaluación que haces hoy de esa experiencia?

- Muy positiva, para mi fue una terapia que me cambió la vida. Como te decía pasé del blanco y negro al tecnicolor de un solo paraguazo. Mi sensación es que quedé para toda la vida como siconauta. Cuando tienes una experiencia asi de fuerte no se te olvida, es irreversible, nunca más vuelves a ver las cosas como las veías antes.

- ¿Qué opinión te merece la actual política frente a las drogas que tiene la sociedad en general y las autoridades en particular?

- Me parece una actitud muy ignorante. Ahora lo que sucede es que todo cambió. Imagínate que lo que nosotros tomamos fue LSD en estado puro, una cosa muy potente, nada que ver con lo que toman ahora los adolescentes. Además sigo creyendo que el gran problema en Chile es el alcohol, esa es la droga que mata y te vuelve loco, además que deteriora todos los órganos del cuerpo. Por ejemplo, yo no podría decir que bajo los efectos de la marihuana una persona va a atacar a nadie. La volada de la marihuana es amorosa, perceptiva, con el alcohol sí. Además el consumo de drogas esta asociado con otras variables como la pobreza y la falta de oportunidades, de educación por ejemplo.