casa rosada, santiago agosto 2008, tomada por marcela rosen
Crónica de la Feria del Libro de Mendoza re100temente acontecida
BAJO UN SOL TRASANDINO
Extranjera no seré
Por Eli Neira
Primero que nada gracias muchachos y chicas por tremendo fiestón trasandino que nos pegamos toda la semana pasada durante y mediante la Feria del Libro de Mendoza, evento al que fui gentilmente invitada y luego desinvitada para finalmente volver a ser invitada en calidad de poeta en cuasi-exilio; semana coincidente además con las fiestas patrias de esta angosta faja de tierra de la cual provengo, en bus y con tres horas de atraso por el ya clásico taco en la aduana del paso los libertadores ad portas el 18.
¡Que buen recibimiento compañeros poetas, hermanas y hermanos mendocinos!
¡Que rica estaba esa carne a la masa que me comí en Los dos Amigos”, la otra noche, la de mi llegada, mientras Valeria Cini, la artífice de mi visita a estas tierras, nos deleitaba con su música para gente fina. ¡Cini, sos un lujo! A veces me pregunto, ¿Te merecemos los latinoamericanos? Tal vez no, pero te necesitamos.
¡Y qué buen asado nos mandamos en la casa de Gastón y Mariana, hermosos que tuvieron que limpiar al otro día el desastre que dejamos! Y para que mencionar los vómitos en lugares no ortodoxos de parte de algunos comensales entre los cuáles tengo la vergüenza de incluirme. Bueno chicos, fue nuestra particular manera de challar la tierra y dar inicio a la primavera con damas juanas y toneladas de carne y canciones y poemas balbuceados en ese mesón digno del mismísimo Baco o de Julio César. Gracias y perdón por taponar las cañerías de la casa como consecuencia del papelón.
Sin embargo, no todo fue jolgorio, no vaya a creer usted señor lector. Más bien diría yo que fue un jolgorio lleno de asuntos de la máxima importancia.
A saber:
Vamos a comenzar por la misma Feria del Libro, emplazada en las dependencias palaciegas que rodean la plaza San Martín, donde los puesteros vendían junto a sus productos típicos, chicha y cola de mono, evidenciando la mixtura chileno argentina que desde su fundación esta ciudad fronteriza viene experimentando.
El edificio del ECA (Espacio Contemporáneo de Arte) en sus pisos principales albergaba la mayor parte de los stands “tradicionales” de la Feria y en el subsuelo (y aquí viene lo entretenido) en un amplio y simpático sótano, se expandía y contraía el under, es decir las llamadas literaturas alternativas. Cosa impensable en Chile, paisito donde las escenas, así como las clases sociales, por mezquindad y falta de inteligencia (que a veces es lo mismo), simplemente no se tocan.
Como podrán suponer mis avezados lectores yo estaba invitada a mostrar mis guarradas justamente en ese bullente pozo sin ventanas y sin ventilación, pero con mas onda y espíritu libertario que todos lo San Martines y O`Higgins juntos y abrazados.
Muy similar a la FLIA (Feria del Libro Independiente de Buenos Aires) las mesitas de las editoriales independientes se arrimaban por los rincones sin mucho orden, con termos y mates y mucha conversación alrededor.
Yo puse mis cuadernillos de emergencia de Abyecta Ediciones Rabiosamente Independientes en la mesita de unos escritores chilenos exiliados hace mas de 20 años en Mendoza, muy amorosos pero completamente desligados de responsabilidad alguna de puesteros. Al lado estaba Eloisa Cartonera con su torre multicolor de libros cartoneros. Re buena onda los muchachos del nuevo equipo, había un chileno y un colombiano entre los integrantes (que yo no conocía), además de María, Cucurto, la Eugenia Segura y un chabón que quería coger con todas las señoritas del lugar.
En el sótano estaba todo pasando todo el tiempo, pero especialmente de las 7 de la tarde hasta la medianoche, horarios mas que pertinentes en los que funcionaba la feria under. En el sótano tocó la Cini un día antes que yo llegara, acaparando fans y admiradores; En el sótano tuve el privilegio de mostrar mi video prohibido (nada mas flashero que tener una obra prohibida chicos!)
En el sótano tuve la emoción y el honor de ver y escuchar a las Madres de la Plaza de Mayo, quienes estuvieron ahí el viernes inaugurando una biblioteca popular con los libros prohibidos durante la dictadura en Argentina.
Todavía me rondan algunas palabras de Hebe de Bonafini, quien habla con la autoridad y el aura que de una vida de dolor, amor y lucha social. Ella dijo “Estoy feliz de estar aquí porque lo que tiene que ver con los libros tiene que ver con la vida y con el amor y lo que sucede es que nos dejaron sin amor, hay que recuperar el amor”.
También resaltó el papel de la educación “Lo que necesitamos es educación, sólo con educación tendremos seres humanos completos y libres”, dijo y a mi, que vengo de una familia de padres sin escolaridad y de un país de esclavos donde la educación es privilegio de las clases altas, se me hizo un nudito en la garganta.
En el sótano y ya no recuerdo bien que día o que noche, estuvieron las agrupaciones mapuches de la Argentina, que sostienen una lucha similar pero menos cruda (me parece), en el vecino país. Con los peñis se habló de identidad, de historia (los indígenas de la Argentina fueron masacrados por el general Roca en la campaña del desierto a principios de siglo) se hablo de resistencia y de avanzada, de autodeterminación y de mestizaje.
También se habló sobre Evo Morales y lo que pasa en Bolivia. La discusión fue extensa e intensa y yo tuve oportunidad de meter la cuchara y contar un poco lo que sucede acá.
Luego o antes, tal vez el mismo día, Eloisa Cartonera expuso su proyecto editorial y social, lo que significa realizar libros artesanales y en el marco de en una cooperativa de trabajo, en este caso una cooperativa de edición; Es decir, ganancias repartidas en partes iguales, trabajo repartido en partes iguales, horizontalidad no jerárquica. Una señora encopetada del público preguntó, ¿Pero ustedes escriben?, ¿Son escritores? y Cucurto responde, “Somos trabajadores”.
¡Inolvidable compañeros!
No se en que habrá terminado todo porque el último día de Feria lo consagramos como ya mencione a agasajarnos con las dichosas carnes argentinas y con ríos de vinos, en esta tierra hermana donde además se habla casi igual.
Luego el momento de las despedidas, las idas y venidas al terminal, se va la Cini para Buenos Aires, los chicos se quedan en casa, la Eugenia Segura, hermosa niña antigua, me regala su libro, yo reparto lo que no vendí, abrazos, promesas de regresos y el camino por las curvas sinuosas de la cordillera, el mismo que hicieran tantos ejércitos, tantas tribus, tantos exiliados de un lado y de otro y que marca la ruta de un diálogo que existe y que existirá siempre.
Y como dijimos en ese asado del demonio chocando vasos, ¡Viva la Argentina!, ¡Viva Chile!, ¡Viva Allende!, ¡Viva Perón!, ¡Viva la poesía!, ¡Viva Mendoza!, ¡Viva la cordillera!, ¡Y viva la dama Juana que terminó por noquearnos a todos!
Seguro olvido una pila de cosas, como agradecer a Marcelo Neyra, organizador del acontecer en el subsuelo, con quien considero superados todos los impasses, o los desayunos literarios en casa de Gastón y Mariana, la inauguración del horno nuevo en la casa nueva de las amigas cuyos nombre he olvidado, pero como me dijo la misma Euge: “No conociste todo y a todos, pero conociste a los indispensables! Completamente de acuerdo.
1 comentario:
Me alegro mucho, tiene que ser muy gratificante estar rodeado con gente como la que narras sigue siendo lo linda que eres.
Salud-os desde mi perrera.
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