martes, 31 de octubre de 2006

Chao poeta

(Columna publicada en el diario La Nacion de Santiago de Chile con motivo de la muerte del poeta Gonzalo Millan, recientemente acaecida. La autora fue tratada con dignidad y debidamente remunerada)


Chao Poeta


Gonzalo Millán fue mi maestro. Junto a una veintena de jóvenes poetas, me seleccionó como alumna el segundo semestre del año 2000 para los talleres que dictaba para aquel entonces en el Centro Cultural de España de Santiago.
Millán era un tipo claro, transparente, alejado del poder y de todo lo insustancial, era un tipo duro, puro y duro, diría yo. Un maestro que me enseñó que la palabra es una piedra preciosa que uno debe ir a buscar a las profundidades no sin riesgo vital y que luego debe pulir, pulir y pulir hasta hacerla resplandecer como una pieza de joyería. Y luego necesita uno volver a las profundidades a por más y así hasta el final de los días del poeta, que en aquellos a quienes admiro suele ser demasiado pronto.Recuerdo que casi me muero de vergüenza cuando leí en sesión de taller, por primera vez en mi vida a terceros, “Esta noche tengo la concha hirviendo, podría freír un huevo en ella, podría hasta hornear una pizza…” , como reza uno de mis poemas y Millán se cagó de la risa. Luego de reírse me dijo que por ahí iba la cosa, que no tuviera miedo y siguiera escribiendo como una bataclana (eso último son palabras mías) que eso también era de lo más legítimo.
Y yo le hice caso y luego escribí cosas peores, porque esas palabras, las de Millán me sonaron a libertad, me sonaron a creación, a verdades mas sólidas que una roca.
El día del recital que cerraba el taller, en el auditorio del CCE, a mí me bajo una suerte de pánico escénico, no por la cantidad de público ni porque entre la gente estuviera mi hermana y mi mamá que nada sabían ni entendían de “la concha hirviendo”ni de esas cosas, sino porque efectivamente me avergonzaba escribir así y ese pánico me hizo decirle a Millán, a la mitad de mi lectura que eso era todo muchas gracias y “el viejo” que sabía que no era cierto me miró con rigor, rigor y profunda molestia y me dijo que continuara, ahí mismo, por micrófono, en medio de todo y a mi no me quedó mas remedio que soltar en voz alta la sarta de barbaridades que había escrito y fue tanto lo que me gustó que desde entonces no he podido parar, y ahora hasta me desnudo (dicen) cada vez que piso un escenario.
El maestro en cambio era la sobriedad misma y como era una cualidad que le nacía del fondo alma, no hacía proselitismo con ella y no tenía ningún problema con los caracteres mas barrocos. También fue sobria su muerte, sobria – fulminante eso sí, sobrio su funeral, al que asistimos gente que lo quería y admiraba, ningún burócrata, nadie de la televisión (menos mal) ni nadie del ministerio de la cultura (Doble menos mal) muchos poetas, alguien incluso los clasificó por generación para una improvisada lectura en el crematorio. Entonces, los poetas fueron pasando al improvisado escenario luego de que una laureada poeta (la de la iniciativa) los iba llamando y diciendo la generación a la que pertenecían según su año de nacimiento y su producción mas otra serie de datos de índole de ficha de biblioteca pública. Luego los poetas, eran invitados a leer parte de la obra del compañero muerto que desde el atud, recostado yo creo continuaba riéndose a pata suelta. En medio de la procesión de vates rigurosamente clasificados, Miguel Vicuña, preso de la confusión y queriendo despedir a su amigo sin pasar por la mediación del comité de despedida autoproclamado en ese mismo momento, se levantó de repente del público y preguntó a que generación pertenecía porque no tenía ni idea pero no había sido nombrado en todo este rato, y alguien de la fundación Neruda le dijo que al igual que Millán era el mas joven de los 60 y el mas viejo de la generación de los 70, que tal vez por eso nadie lo llamaba al escenario, por ubicarse igual que el finado en un espacio generacional indeterminado.
Más o menos por la mitad de la generación de los 70 le tocó el turno a Mauricio Redolés, toda una delicadeza que lo hayan considerado dentro de la producción poética siendo que Redoles se consolidó mas bien en la escena del rock y como todos sabemos, los círculos oficiales no son muy dados a la ínter disciplina, al menos así ocurre en Chile. Como era de esperar, al autor del clásico “¿Quién mató a Gaete?”, subió al escenario premunido de su guitarra, por momentos pensé que nos iba a agarrar a guitarrazos a todos, por bates, por boludos, pero no, se limitó a cantar un blues que a Millán le hubiera gustado porque era bien rocanrolero el viejo.
Entretanto la Mané, la señora de Millán, su padre y sus familiares miraban el desfile de tanta eminencia que pasaba al proscenio, algunos por detrás del ataúd, otros por frente, otros como si no existiera, con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar.
Finalmente al caer la noche y ante la inminencia de la hora de cierre del cementerio los bates se callaron y Millán pudo al fin descansar y junto a su chamán de neón iniciar nuevo vuelo.

3 comentarios:

Unknown dijo...

suerte millan!! te terminaste haciendo humo!! buen viaje!!!

F dijo...

Neira: leí anoche dos de tus tres blogs, te leí hace algunos meses y puse textos tuyos en un blog de por acá...no te vi en la Hora 25 y me encontré anoche por casualidad con crónicas apócrifas, las que me entretuvieron mucho. Todo muy bueno y muy fresco...en lo escrito, no sé si me gustarás en cuerpo y alma social, pero tus escritos, sobre todo tus columnas y la presentación en Poquita Fe y la Carta a la Ministra de Cultura, GENIALES. Si visitas este blog (http://letrasverdes.blogspot.com)podrás leer en Carta a Zurita desde el spleen coyhaiquino.....un tono muy similar en los giros que plantean el ritmo de mi misiva a los que utilizaste en Carta a la Ministra de Cultura...(me intriga saber si es casualidad...)
Anoche traté de linkearte y me quedó la cagada, bajó todo el detalle archivos y link, pero ahí estás.....lo hice para no extrañar a una poeta parner que hasta hace unas semanas era fuente de inspiracíón para mí -ahí podría pasar a ser guachaeditora (muy buen blog también)- y hoy mi parner poet se ha puesto tan latera como yo.
Me gusta tu versatilidad de actividades pero sobre todo desde hoy tus columnas, buenísimas. En fin...suerte, te pareces a Lemebel, me lo recuerdas, a la Fulerita, a Florencia Brown y a otra gente que ayer mientras te leía fumándome un cuete, se acercó olográficamente y ahora ya no recuerdo.

Nos estamos encontrando...
el link tuyo es fuente de agua en un cruzeiro por cada 50 blogs recorridos...

Anónimo dijo...

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