Esta columna fue publicada por el diario El Claneta (no recuerdo la fecha) . La autora no recibió remuneración alguna, pero si muchas felicitaciones
Polvos de Baño
¿Por qué será que coger en los baños es tan rico? Sobre todo si son ajenos, sobre todo si son públicos, si no pregúntenle a George Michael.
Se me vienen a la mente tres polvos de baño, como diría algún comentarista de radio, “verdaderamente notables”.
El primero, en la fiesta de inauguración de la casa de una amiga, con el compañero de oficina de la misma. Recuerdo que en el fragor del momento olvidamos poner pestillo a la puerta y en medio del evento entró la jefa del chico (y de mi amiga), quién luego de poner los ojos como huevo frito, soltó un gritito de horror, pidió disculpas y cerró presurosa la puerta tras de sí.
Esa vez, también al fragor de los hechos, olvidamos sobre el inodoro un condón (recién ocupado). Ese detalle fue lo realmente abyecto de toda la situación y también lo que indignó a la dueña de casa y a casi todos los demás invitados que tuvieron la necesidad de ocupar el baño después.
Ahora, que lo veo en perspectiva, con la madurez de mis canas que si bien eran las mismas en color y número al momento de los hechos, ya que éstos no ocurrieron hace mucho, en una lejana adolescencia digamos, sino el verano pasado, creo que realmente la cagamos. O sea, fuimos cochinos, pero no en el sentido moral de la palabra sino en el mas estricto sentido higiénico.
Bueno, de nada sirve llorar sobre la leche derramada dice el dicho. Y conste que pese a la literalidad de la imagen, el sentido es el mismo, como la canción es también la misma.
¿Alguien se acuerda de ese disco de los Led Zeppelín que además fue una gira en plenos 70 donde Robert Plant se ponía unos yeans casi transparentes, muy apretados que hacían adivinar el tamaño y la posición exacta de sus genitales dentro del trémulo envoltorio de mezclilla que para remate tenía como unos parches de maripositas justo ahí?.
Con Robert hubiera tirado feliz en esa gira o en cualquiera otra en el baño de algún camarín o así no mas escondidos tras una puerta. Siempre lo encontré tan sexy, incluso cuando visitó Chile por única vez allá por los primeros años de le década de los 90 y parecía una abuela mística, recién llegada del Tíbet, en tanto Jimmy Page parecía una abuela recién salida de una reunión de veteranos de alcohólicos anónimos.
Una vez soñé que lo hacia en un baño con Mick.
¿Cómo que qué Mick? El único Mick que vale la pena nombrar, Mick Jagger pues quien va a ser, ¿Micky mouse?
Si los sueños tienen según los mapuches la misma relevancia para el ser profundo que lo vivido en vigilia, entonces yo podría decir perfectamente que me aparee con Mick Jagger en un baño.
Claro porque sucede que justo luego de ver por primera vez en vivo a los Rolling Stones durante su visita a Chile también en la segunda mitad de los 90, o sea de estar a algunos metros de distancia de sus míticas presencias, y llegar a casa todavía excitada por lo vivido, lo gritado y lo bailado, soñé que lograba entrar de alguna manera al camarín de los Stones y rápida y hábilmente terminaba encerrada en la casillita del water con Mick y que ahí mismo, sin quitarme siquiera las bragas, sino apartándolas un poquito hacia el lado nada más, cogíamos como locos. Uff y que quieren que les diga amigas y amigos, al menos en la dimensión onírica Jagger cogía como los dioses. Yo tuve como cien orgasmos durante el sueño y juro que no estoy exagerando.
Los encuentros literarios suelen ser muy propicios para esta índole de contacto. Recuerdo un polvo en Lima, en el baño de un hostal. La puerta estaba mala y yo agradecí la rigurosidad de mis prácticas de yoga, porque francamente no hubiera podido hacer semejantes contorsiones como las que hice para lograr mantener el coito en un espacio tan pequeño, no diseñado para tales fines y afirmar a la vez la puerta de la caseta. Todo esto sin poner los pies en el suelo para no delatar a presencia de más de un usuario. Toda una proeza.
En otro hostal, en México, también en el marco de un prestigioso encuentro de nuevas poéticas latinoamericanas, yo y un colega guatemalteco protagonizamos memorable perfomance.
Esta vez fue en la ducha que tenía un disparador automático de agua tibia que cada tres minutos se cortaba y había que ingeniárselas para retozar de pie, lavarse el pelo y presionar el botón del agua. Esa ocasión fue divina, made in heaven como diria Jeff Koons tirándose a la chichi (Cicciolina) e inmortalizados en cristal murano (Para el publico no especialista debo aclara que el mentado Jeffry es un artista visual norteamericano que se casó con la Cicciolina, que a su vez, figuraba al momento de la boda como una popular estrella del porno y quién documentó luego exhaustivamente su vida sexual para finalmente mandar a esculpir en cristal murano entre otros exquisitos materiales, bajo el rótulo de Kama Sutra, una serie de obras de ellos follando que forman parte si no me equivoco y la memoria no me falla, de una serie mayor titualada Made in Heaven) Esteticismos aparte, yo aplaudo los cojones de Jeff. De hecho te envidio Chichi, no solo por tu cabellera rubio nieve, sino por el pedazo de hombre que te agarraste.
Ya me quisiera yo uno asi, ¿Dónde estará mi Jeffry? Que tanto lo busco y no lo encuentro.
Ya me puse romántica, ese es mi problema, me lo ha repetido como loro mi terapeuta, no separo las cosas.
Lindos recuerdos de todos modos, deberían permitir coger en los baños de los aviones
Porque con los nervios, el miedo a que unos terroristas rapten el avión o que éste simplemente estalle en mil pedazos en el cielo debido a una falla humana, a mi por lo menos chicas me bajan unas ganas de agarrar.
¿Qué dicen ustedes?
1 comentario:
Bueno, veo muchos desplantes en la narrativa, y a veces pierdo el hilo. Es como si atacaras el teclado en forma automatica y sacaras toda tu bronca en enorme hilos de palabras. Confieso verme atrapado en las imagenes, lanzadas con toda crudeza. Ese cinismo vence, seduce, invoca...atrapa cualquier alma.
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