Señora Presi:
Primera entrega
(de la serie Cronicas Amargas)
Señora Presidenta, señoras ministras, intendenta, alcaldesas, chiquillas, amigas todas:
En el día del joven combatiente, siendo ya casi la madrugada, estando yo con insomnio y con una picazón general que no me deja en paz; considerando además el hecho indesmentible que en las calles e Santiago se libra en estos momentos campal batalla entre el ya maltratado hasta la hartazgo pueblo de Chile y la históricamente maltratadota policía chilena, en un arranque de lucida reflexión he decidido con sueño y dolor escribirle la primera de una serie de cartas que iré dirigiendo a su administración (por la cual vote, no se si llena de esperanzas pero con optimismo) y publicando en este sitio de acuerdo vayan apareciendo.
Como le decía, esta noche constanto que siento un antiguo dolor que no sentía desde hace tiempo, desde mediados de los 80 cuando era niña, Pinochet era presidente y yo vivía en San Miguel, donde las protestas sumian a mi familia en la alarma y a mi en un estado rara excitación.
Creo que siento dolor porque todos sabemos que esta no será la primera y única jornada violenta, porque sabemos que no es una situación puntual o aislada, referida a un tema acotado como podría ser el desastre del Transantiago. En el fondo de nuestros corazones sabemos que no es una muestra de una voluntad revolucionaria residual llevada a cabo por un grupo pequeño de antisociales sin remedio, sino que es la mentada punta de un iceberg, los primeros síntomas de una enfermedad que compromete a la sociedad entera y que como los granos de la peste, las fogatas anuncian algo mas grande, mas denso y mas grave que lo que la prensa y analistas lobotomizados nos han hecho creer.
Me duele también esta noche la constatación de no tener la resistencia síquica ni física para salir a la calle cuando creo que es justo hacerlo. Me duele cierto aburguesamiento tan extendido entre los jóvenes artistas e intelectuales de hoy, que me tiene algunas partes de la mecánica del espíritu de lucha, francamente oxidadas.
Pienso en las fogatas ardiendo afuera y creo que son piras urgentes donde gente que conozco y respeto porque vaya sabiendo que yo me críe en una población de la periferia de la ciudad, donde todavía viven muchos conocidos, quema el dolor acumulado durante años de democracia donde lo único que hizo la izquierda renovada que le pese o no, usted representa, además de enriquecerse hasta el culo y acumular poder de una manera obscena, fue perpetrar, legalizar y hacer la mejor campaña publicitaria de un régimen económico perverso que esta empobreciendo a pasos agigantados a medio Chile. Porque eso es lo que esta pasando, y es mejor verlo ahora en sus primeras manifestaciones que cuando es un tornado que arrasa con todo.
La gente esta enojada señora presidenta, esta enojada porque esta cansada. El ciudadano común y corriente, el profesional incauto, el microempresario, gente tranquila y trabajadora que antes vivía con relativa dignidad del fruto de su trabajo, hoy tiene que endeudarse hasta la pichula por tres generaciones para hacer la misma mierda que antes, es decir trabajar y vivir malamente, siempre al borde del ataque cardiaco, de la ulcera y el colon irritable, y con el fantasma de una cuenta de hospital que mejor le valdría matarse de una vez.
Y veo hoy a amigos y colegas escribiendo las campañas publicitarias de los bancos que promueven los créditos de consumo con la misma profusión y naturalidad como si fueran sopaipillas y me da rabia. Rabia porque no tengo trabajo y porque no aceptaría tampoco un trabajo como ése, las únicas migajas que el mercado reserva para los profesionales del arte y de la información. Decir mentiras y decirlas bien bonito. Yo seré puta, prestare la concha al primer infeliz que se me cruce por delante, pero mi palabra no la presto, ni la vendo. Yo me pregunto que extraña droga nos hace pensar que pedir un crédito para seguir viviendo una vida de mierda es algo natural, natural y sin la consecuencia a mediano plazo de la ruina de millones de familias. La gente pide créditos porque los sueldos están estancados hace años y todo sube de precio a una velocidad demente. Y sabe usted que tarde o temprano llega el momento de pagar y entonces es cuando sobreviene la ruina de familias enteras. Cosa que aun no vemos o no queremos ver.
La violencia en las calles anuncia una crisis del sistema, no hay que ser muy brillante para deducirlo.
Déjeme decirle que habría que ser además de iluso derechamente idiota para suponer que un estallido social de las dimensiones del que vemos esta noche obedece a una mala implementación de un plan de transporte o a una enferma vocación por la anomia social que experimentan algunos sectores de la sociedad que no tienen nada mejor que hacer que salir a la calle a tirar piedras.
Déjeme decirle que nadie sale a la calle con el consabido riesgo de muerte que eso implica, sabiendo que se va a exponer a una violencia despiadada, y a un maltrato físico en extremo duro, en el mejor de los casos, con la policía tan civilizada que tenemos, porque en casa este todo bien.
La gente sale a la calle cuando ya no da más, cuando está reventada como un gusano en el pavimento y su vida se ha vuelto tan miserable que no hay otra opción. Es eso o la locura o soportar la degradación con pasividad bovina. Y ojo que hemos soportado…
El transantiago no es mas que la gota que derramo el vaso, un vaso que venia haciendo aguas hace mucho rato.
Con respecto al transantiago este no funcionó por una razón muy simple y tan elemental que me extraña que tanto experto que pulula por La Moneda, no haya dado con ella. La razón es porque es un plan completamente indolente que no considera la condición humana de sus potenciales usuarios en ninguna dimensión.
Es un plan que no toma en cuenta ni remotamente las condiciones de desplazamiento de la clase obrera que es justamente la condenada a usarlo. Es un plan que no considera las necesidades y circunstancias de sus usuarios. No considera los trayectos que deben hacer, sus condiciones laborales y sus ingresos, castigados por la aplicación sostenida y sistemática de un liberalismo ya no salvaje sino caníbal que como la sarna esta consumiendo los congelados sueldos y la moral de la gente. Y vivir así es humillante y la humillación sistemática y sostenida provoca rabia y la rabia dan ganas de tirar piedras que quiere que le diga.
Santiago paso de ser un cuartel inmundo y sanguinoliento en los 80 a ser una alcoba pretenciosa, donde (perdoneme la groseria) todos quieren meterle a uno un dedo en el culo, una ciudad cruel, donde estudiar o resfriarse cuesta fortunas.
Una ciudad de mentira que tiene precios europeos y la calidad de vida del congo belga.
El problema no es la delincuencia, ni el vandalismo, ni los saqueos a los supermercados que le aseguro se multiplicarán como en toda crisis grave si no ha cambios reales a tiempo, el problema es la desigualdad, la explotación descarada e impune de un pueblo demasiado paciente. ( o demasiado ingenuo que desde hace 5 siglos sigue cambiando oro por cachivaches de colores) y que hoy esta diciendo que llego a su tope.
Asi es no más pues aunque a algunos “integrados” les moleste la comparación y me encuentren de lo más aguafiestas.
Ahora, le digo, lo mio no es nada personal, creo que usted es una persona buena y honesta y respeto su historia. Pero eso no basta para impedir que un país se transforme en una pesadilla.
El neoliberalismo nos volvió competitivos e indolentes a un punto insólito.
Hay mas bienes circulando hoy, hay mas basura y mas chatarra que no se reciclara ni en siglos, en lo grueso, la capitanía general de Chile es la misma.
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